Enero / 2011
El año que corre no comenzó positivamente para México en cuestión de seguridad pública. Si en las últimas semanas de 2010 se vivió una franca indignación popular por la impunidad con la que fue asesinada Marisela Escobedo en su natal Chihuahua, hoy la incertidumbre continúa frente a diversos acontecimientos que obligan a voltear a ver al gobierno, sí, pero también a los ciudadanos.
¿Cómo explicar, entonces, si no es por la pasividad ciudadana y por la torpeza gubernamental, el asesinato de la activista de derechos humanos, Susana Chávez?
A unos cuantos días de realizarse la elección de gobernador en Guerrero, el 8 de enero anterior, fueron encontradas 25 personas asesinadas en aquel estado, 14 de las cuales fueron decapitadas.
En este tenor, una campaña titulada "Ya no más sangre" ha sido promovida por un grupo de cartonistas y moneros de distintos medios de comunicación. Cabe decir que, aunque el reclamo es legítimo, han surgido expresiones que desvirtúan el ansia de justicia y de paz, para dar un sesgo partidista y faccioso a dichas manifestaciones.
Como justificando la denuncia de los cartonistas, apenas el 11 de enero pasado, el propio secretario técnico de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, aseguró que durante 2010 hubo un total de 15 mil 273 homicidios relacionados con el crimen organizado y reconoció que el anterior fue el más violento de los años recientes.
México se enfrenta a un problema de gran magnitud. Por un lado, existe una notoria decepción y zozobra respecto a la lucha emprendida por el gobierno federal contra el crimen organizado, pero la ciudadanía se mantiene pasiva. No hay elementos que le indiquen claramente qué puede hacer para contribuir en esa lucha.
Por otra parte, el problema de violencia que padecemos es profundo. El crimen organizado no sólo se dedica al narcotráfico, ya que ha logrado construir toda una industria alrededor de sí. De este modo, quienes se dedican al negocio también secuestran y trafican personas, desvalijan automóviles para revender sus partes y controlan en distintas regiones los crímenes menores como asalto a mano armada, allanamiento de morada, entre otros.
Autoridades, gobierno, ciudadanos, líderes sociales y religiosos: ¿queremos terminar con la violencia? Terminemos con lo que está a nuestro alcance, combatamos el consumo de droga y de piratería entre los más cercanos, denunciemos a las redes de prostitución de mujeres y jovencitas que operan en nuestras ciudades; promovamos lo legal, lo establecido, lo que contribuye al desarrollo económico y social de nuestro país.
El año en curso, 2011 es una buena oportunidad para exigir a quienes buscarán algún cargo de elección popular, y de exigirnos a nosotros mismos, un acuerdo nacional que permita combatir como uno solo a quienes buscan desestabilizar al país en función de sus intereses. ¿Hasta cuándo vamos a reaccionar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario