domingo, 7 de febrero de 2010

Lo que dice que dijo, pero la Constitución no dice

 

Por: René Mondragón

Febrero / 2010

 

–Sabe usted, mi dilecto y conspicuo estilista del cuero cabelludo, hay algo que me causa un agradable placer cada jueves de "dominada", dijo el licenciado De la Alameda y Pérez mientras acomodaba el lugar y las tasas que ya esperaban con ansiedad el cafecito de olla.

 

–¿De qué se trata, mi sesudo abogado? ¿De la buena conversación, de los agudos comentarios políticos o del lanzamiento de doberman que le hace a usté la señorita Ísis?

 

–¡Qué pasó mi querido figaredo! ¡Usted y yo no nos llevamos así! Además, la ilustre dama en mención de quien está enamorada es de usted, no de un humilde servidor, atajó el abogado del barrio.

 

–Bueno, bueno. Dejémonos ya de andar colgando milagritos a todo el mundo, que me siento como Marcelo Ebrard ante las inundaciones y los encharcamientos; que ya no sabe si culpar a San Pedro, a Tláloc, a Calderón o a Juanito.

 

–Vayamos a lo importante señor fígaro, repuso el abogado De la Alameda. ¿Qué opinión le merece a usted el hecho de que, el abogado Miguel Carbonell, coordinador del área de Derecho Constitucional del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, haya calificado como "equivocados y erróneos" los argumentos de la Procuraduría General de la República (PGR), con el objeto de echar para atrás las reformas perredistas que impulsan las uniones homosexuales?

 

–Para empezar, la opinión del señor Carbonell, es –meramente– eso; su opinión, misma que no se basa en absolutamente ningún argumento sólido, estudio minucioso o análisis jurídico de fondo. Probablemente, el jovenazo va a argumentar que no se necesita. Por eso dejo lo que dijo en el cajón de las opiniones.

 

–Me inquieta, mi estimado fígaro, porque la PGR sostiene que la unión homosexual viola el artículo 4 de la Constitución, en particular el tema de desarrollo y organización de la familia. Más aún, el señor Carbonell aseguró algo muy audaz:"La Constitución nunca señala que el modelo de familia que le ordena al legislador proteger es la familia heterosexual, eso no aparece en ninguna línea, en ningún artículo, en ninguna fracción o párrafo del texto constitucional".

 

–Así es mi querido leguleyo, pero adicionalmente, el señor afirmó que los argumentos planteados por la PGR, resultan derivados de una interpretación moral y hasta religiosa de la Constitución. Como quien dice, la dependencia federal le puso –en opinión del señor éste– a la Constitución "cosas que no dice". ¿A qué se debe tanta y tan ardorosa defensa de las uniones gay? A mí se me hace que en todo esto, hay algo raro. ¿No le parece a usté?, apuntó don Sebas.

 

–Ahora que usted lo menciona, efectivamente, porque además, mi estimado don Sebas, Carbonell señaló que la Constitución tampoco restringe a los homosexuales de adoptar. Precisamente, aquí, traigo lo que el señor comentó: "Hoy, las personas con preferencias sexuales homosexuales ya pueden adoptar, no hay ninguna limitación en eso, el único cambio sería que podría hacerlo una pareja que estuviera casada".

 

–Es interesante el asunto, porque la inconstitucionalidad promovida por la PGR, dice Carbonell, no detiene nada, porque no contempla la suspensión del acto reclamado y en consecuencia, esa ley sigue vigente hasta que la Corte dicte su sentencia.

 

–¿Sabe usté qué me retiembla en su centro la tierra?, intervino don Sebas, que estos mismos defensores de las uniones gay, ahora soliciten que sería muy sano para la Corte, convocar a foros sociales para escuchar todas las voces: de académicos, especialistas, ministros, anexos, conexos y similares. Es decir, antes no promovieron "escuchar" a la sociedad; y resulta que ahora sí quieren. Y como no se hizo antes, Carbonell "augura" el más rotundo fracaso a la controversia interpuesta por la Dependencia Federal.

 

–Si bien entiendo mi estimado fígaro, de acuerdo con el joven e ideologizado señor Carbonell, como la Constitución no dice expresamente, que se trata de proteger a la "familia heterosexual", pues entonces, se puede hacer cualquier cosa, ¿no es así?

 

–En efecto, mi estimado licenciado, irrumpió don Sebas. Lo cual significa que, si usté quiere casarse con algún semoviente que sea inquilino del zoológico, pues también lo puede hacer, porque según Carbonell, la Constitución no se lo impide. El casorio también podría ser con alguna guapísima alienígena de las que salen con Maussan; con las hermosísimas extraterrestres de Star Trek; o ya de perdida con la señorita Ísis. Pos mientras sean peras o manzanas, lo que yo preveo es que, un montón de "estudiosos", "académicos", "intelectuales" y sabihondos, van a presionar a los Ministros de la Corte, y lo van a hacer fuerte.

 

 

 

«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

No hay comentarios:

Publicar un comentario