viernes, 24 de septiembre de 2010

Adicción a Internet y otras pantallas. Parte I

 

Por: Francisco Grass|

Septiembre / 2010

 

Cuando un hijo es adicto a Internet y/o a las pantallas electrónicas carece de la educación y práctica de las virtudes y valores humanos que sus padres tenían que haberle inculcado desde pequeño. Esta adicción suele ser producida, entre otras cosas, por la costumbre que ha crecido poco a poco y se ha convertido en un pretexto para aislarse de la convivencia familiar, de sus obligaciones escolares y familiares que les corresponden y para encubrir sus problemas de comunicación y timidez.

 

Los hijos creen que ejerciendo esa adicción van a encontrar el necesario apoyo familiar fuera de la casa, en la calle, con amigos o desconocidos, pero eso es un grave error, pues no existe el apoyo familiar fuera de la familia, salvo desgraciadas excepciones.

 

Sustituyen su tiempo y objetivos dedicándolos a esa adicción. Su tiempo disponible está limitado por obligaciones ineludibles relacionadas con los estudios, la familia, el trabajo, la formación y práctica religiosa, los amigos, etcétera y no para dedicarlo a estas adicciones. Los hijos jamás encontrarán a su verdadera familia en estas adicciones, ni en las redes sociales.


Algunos, abusando de la mal entendida y consentida privacidad de sus habitaciones, se absorben durante largas horas, incluso nocturnas, en la utilización de las pantallas electrónicas. Esas adicciones les suponen, entre otras cosas, una disminución del descanso necesario y una acumulación sistemática de escasez de las horas de sueño requeridas.

 

Esto conlleva a que la mañana siguiente no estén en condiciones de rendir adecuadamente con sus obligaciones escolares, ni familiares. Al tener rendimientos bajos a causa del sueño y cansancio baja su rendimiento escolar con las consiguientes malas calificaciones. Con las malas notas aumentan las ganas de abstraerse e inhibirse en ese problema y los hijos se entregan con más énfasis en la adicción a las pantallas electrónicas. Así empiezan un círculo vicioso que nunca terminará positivamente.


Nunca es demasiado tarde. Cuando los padres o los hijos tienen partida el alma por la soledad o por la descomposición familiar, tienden a recibir la información y las pautas de comportamiento, a través del Internet, de los teléfonos y de las pantallas electrónicas. Normalmente no quieren saber dónde recurrir para obtener una guía en su educación, teniendo que asumir sus propias responsabilidades sin haber sido enseñado a resolverlas.

Tienen que informarse bien para aprovechar las ventajas y prevenir los posibles peligros de esas herramientas virtuales. Para eso están los sacerdotes, pastores, rabinos, maestros y organizaciones, que tienen experiencia en resolver estos casos de adicción. Es cuestión de que los padres asuman el error de los hijos y busquen las herramientas y consejos necesarios para convencerles de las maldades de su situación.


Las pantallas electrónicas están aquí y han llegado para quedarse y crecer: Internet con su información y las posibilidades de chatear y mantener conversaciones, los teléfonos celulares con el envío y recepción de textos y fotografías, así como los juegos electrónicos y toda la gama de adelantos electrónicos.

 

Ellos nos facilitarán o nos complicarán la vida, pues puede ser una herramienta muy buena o muy mala, según el uso que los hijos hagan de ella, de lo que vean hacer a sus padres, y del caso que hagan a las normas y consejos que sus papás y la sociedad les den.


El uso del Internet y de las pantallas electrónicas debe realizarse dentro de un orden, corrección, método, normas, con obediencia, educación, buena conducta personal y social, etcétera. Para su uso diario, pero sin abuso, también aplica la práctica de las virtudes y valores humanos.


Los padres tienen la obligación y el derecho indiscutible e irrenunciable de establecer normas sobre el comportamiento que los hijos tienen que tener en la vida familiar, tanto dentro como fuera de la casa. En estas normas están incluidas, las relacionadas con el uso de Internet y con las pantallas electrónicas.


10 cosas que los padres tienen obligación de conocer, sobre el uso del Internet, teléfono y otras pantallas electrónicas de sus hijos

 

  1. Todas las páginas de Internet visitadas por los hijos, los horarios y duración, separando las que sean de estudios con las de diversiones.
  2. Cuáles son las redes sociales donde están inscritos.
  3. Con quiénes han mantenido chats, en qué horarios y su duración.
  4. Cuáles son los costos de la utilización de Internet, aunque no los paguen los padres.
  5. Cuáles son los números, tiempos utilizados y costos, donde los hijos han enviado o recibido conversaciones, textos o imágenes. A través de las facturas de los teléfonos, en la mayoría de los casos, se pueden conocer perfectamente.
  6. Si se han cumplido las normas de conducta, establecidas por los padres.
  7. Si practican el "cyberbullying", "sexting" o "grooming" contra sus compañeros, o si los hijos son las víctimas.
  8. Si los hijos están usando razonablemente estas herramientas electrónicas, abusan de ellas o se han hecho adictos a su utilización.
  9. Si los aparatos que utilizan son propios, prestados o de dudosa procedencia.
  10. Si el estilo de interacción en el Internet y teléfono está de acuerdo con las reglas de la buena educación y profesionalidad habitual en la sociedad.

 
Para que conozcan perfectamente lo que los hijos han hecho en Internet, recomiendo a los padres que en cada computadora de sus hijos instalen y utilicen el programa que ofrece gratuitamente y en español
http://www.pc-guardian.org/

 

 

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario