miércoles, 27 de enero de 2010

¿Qué significa conocer la verdad?

Por: Antero Duks


1. Importancia vital de la cuestión

El viento azotaba las gélidas montañas suizas, pero ellos no se percataban. En una pequeña cueva de hielo los dos se miraban uno al otro con odio, con aire desafiante, con cierta compasión. Uno de ellos se había doctorado en medicina en la universidad de Ingolstadt, Alemania. Había trabajado durante años para «crear» un ser humano con vida, para inmortalizar al hombre en este mundo. Se llamaba Viktor Frankenstein. Ahora estaba frente a su monstruo, un homínide fuerte, alto, horrendo, que le miraba desesperadamente, como si buscara en su hacedor el elixir de la vida. El monstruo le preguntó con ansiedad: «¿Quién soy yo?» Viktor fue sincero: «No lo sé».

En esta escena de la película El Frankenstein de Mary Shelly podemos encontrar un símbolo de nuestra condición humana. Nosotros, cierto, somos seres humanos, no monstruos. Sin embargo, como el homínide de la novela, fuimos creados y aparecimos en este mundo sin escoger nuestra condición ni estado de vida. A nosotros nos corresponde averiguar quiénes somos y en qué consiste esta hermosa, dolorosa y misteriosa tarea de vivir. Nos acucian las eternas preguntas de la humanidad: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Hay algo después de la muerte? ¿Cómo debemos vivir? ¿Qué es el mundo? ¿Quién es Dios y cómo se relaciona con nosotros?...

No sólo de pan vive el hombre. Para ser felices y cumplir nuestra misión en esta vida necesitamos saber las respuestas. Para ayudar a los demás a encontrar el sentido de la propia vida y para evangelizarles necesitamos saber dar respuesta a todo el que nos pida razón de nuestra esperanza (cf. 1 Pe 3, 15), pues Dios «quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad» (1 Tim 2, 4).

Todo esto presupone que sepamos lo que significa saber. La pregunta «¿qué conozco?» o «¿qué puedo conocer?» viene metodológicamente primero. ¿Puedo conocer la verdad? Y si puedo, ¿qué tipo de verdad y hasta qué grado? De la repuesta a esta pregunta dependerá de qué modo y hastá qué punto podremos responder a los demás interrogantes del hombre.

El problema de saber es saber qué significa saber. De modo espontáneo, todos pensamos que sabemos, pero no sabemos porqué, qué, cómo, con qué, hasta qué punto... conocemos. Se requiere, pues, hacer un esfuerzo racional, metódico, sistemático y profundo acerca de este problema. Necesitamos desarrollar una filosofía del conocimiento.



«La vanidad es la gloria de los pobres de espíritu»

No hay comentarios:

Publicar un comentario